Del subrayado como acto de rebeldía
El libro subrayado tiene el prodigio de ubicar a la lectura en un tiempo y espacio determinado. No es lo mismo saber que el libro fue leído tal día, que subrayarlo y darle carácter al momento subrayado.
Posterga la lectura atenta del libro para centrarse en ese momento y en el contenido. Quien es el poseedor sabe que esa parte fue subrayada dándole más importancia a su propio estado del alma como a la importancia de lo que leyó. Ignoramos su momento emocional con el que ese párrafo se subrayó, pero lo creemos especial.
Si subrayamos no solo estamos diciendo “esta parte del libro habla por mí”, también dice “esta parte del libro es la narración de mi espíritu en este momento”.
Subrayar o destacar un fragmento es darle al libro nuestro toque de personalidad, es ingresar nosotros mismos a la trama del libro, darle nuestra voz. Es decirle al artista: “tenés razón”.
El acto mismo de acercar un lápiz o un bolígrafo al libro y trazar las palabras que nos hablan es un acto de rebeldía del receptor al artista, y que solo el libro puede representar. El lector quiere ser el autor. No podemos subrayar un disco, no podemos hacerle otra firma a la pintura. El lector cuando subraya dice: “Yo también escribo esto”.
No solo me gusta subrayar libros, sino que también me gusta leerlo así, porque a la lectura del libro le agrego otra lectura que es la del poseedor original. Recuerdo uno en especial: una ex cuñada me prestó su copia de Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia de Osvaldo Bayer. Mientras lo leía iba encontrando marcas de lápiz en el libro destacando una frase o alguna línea oportuna. Pero al correr de las páginas estos subrayados ocupaban varias líneas, a veces párrafos enteros, y hacia lo último una larga raya vertical ubicada al costado de la página, destacándola entera, con el agregado de palabras o frases al estilo de “INJUSTICIA” o “MILICOS HIJOS DE PUTA”.
Es decir, con el libro de Bayer también leí la lectura progresiva que tenía mi ex cuñada.
No menos importante es el libro subrayado (¿por la misma persona o por otro?) con distinta lapicera o fibrón. Quizás para estudio o bien como destacado, allí el tiempo mostró otra lectura del libro. En ese caso el libro muestra dos posibles deducciones: la primera: si fue otra persona quien lo subrayó, la multiplicidad de interpretaciones y destacadas que tiene el volumen; la segunda: si fue una sola persona la encargada de los subrayados, es presenciar en su lectura y su destacado de las cosas que ha ido cambiando de pensamiento, por lo que ese lector ha madurado y enriquecido su interpretación. Ese lector empieza a ser otra persona.
Algunas recomendaciones
La semana pasada, la gente de Viajero Inmóvil dejó para su escucha el primer disco de Morses, el apodo de Jorge Iosovich, un músico que formó parte de las primeras comunidades hippies en la Argentina. Si bien ha aportado su acompañamiento en discos del enorme e infravalorado Christian Van Lacke, como también aportado las cintas de un recital que Miguel Abuelo ofreció en 1970, nunca había grabado un disco solista. Viajero Inmóvil lo editó de manera digital en su más que interesante bandcamp y el resultado son 9 canciones muy bonitas en poco menos de media hora de duración. Destaco dos de ellas: “Colgado de la mesa” y “Camino en el aire”.
Por otro lado, estuve leyendo un libro de poesías que me pareció increíble. Leí “doméstico” de Joaquín Valenzuela, un artista de Dolores, que editó este volumen en 2009 por Ediciones en Danza. Quizás se pregunten porqué destaco un libro editado hace 15 años: porque lo encontré en un quiosco de diarios en la estación Once. Valía apenas 600 pesos y apenas lo ojeé, encontré una voz poética que solamente había leído en Bustriazo Ortíz, es decir una música propia que parece desordenada pero que tiene su justificación en el cuerpo del libro.
Siempre me intrigaron los escritores que editaron pocos libros, o que tuvieron una tirada mínima. ¿Qué los impulsa a publicar? ¿Cuál es la necesidad de querer mostrar algo a un público que quizás te olvide pronto? Seguramente me voy a encargar de hablar sobre esto en otra entrega del newsletter.
Mientras tanto, les dejo un poema del libro esperando que en algún momento se lo encuentren de casualidad para hacerlos felices, como un perro callejero que busca amor y un ocasional pedazo de pan.
de qué espanto cataclismo destapacañería
abre/cierra felicidades
la baba del sol les da a unas vírgenes
que bailan en los pozos
que peregrinan isauras falso éxodo
de qué micro contratado a carcajadas
mientras teníamos este dolor bajaban ellas
recurso humano: castillo simple
fosa dolor en rama brote de
tamarismo bandera de papel ni torre
que ahora catapulte
somos lo que hace una familia por la siesta
pisado por la orilla
pasamos para vernos derrumbar
***