Una vuelta de cassette
Sigo comprando cassettes. No quiero con esto armar una resistencia media torpe de lo analógico frente a lo digital. Elijo tener cassettes todavía porque hay un apego romántico en ese soplido de cinta inerte que dura media hora por lado (aunque cuando era chico descubrí que las cintas TDK duraban exactamente 31 minutos y medio).
La realidad es que sigo eligiendo cassettes en mi vida porque cuando apreto play en mi equipito, interiormente se repite el mismo ritual desde que empecé a comprar mis primeros discos, allá lejos a los 15 años: ese ritual consiste solamente en esperar la música.
Están quienes dirán, y con mucha razón, que esa “espera” de la música también puede encontrarse en cualquier otro formato, y es verdad. Ese pequeño ritual de apenas unos pocos segundos está en todos lados, incluso en Spotify. Pero en mi caso, el cassette tiene ese detalle del soplido que lo hace encantador. Desde chico me llamaba la atención que una cintita marrón o negra contenga música adentro. En mi casa nunca fuimos de comprar vinilos por lo que esa misma pregunta me apareció hace pocos meses cuando adquirí unos primeros discos. Las dudas siguen siendo las mismas.
Algunos de los cassettes de mi colección personal.
Mejor dicho, las magias cotidianas siguen siendo las mismas. La explicación concreta de porqué hay música grabada en una cinta o en un surco minúsculo de un disco la puedo encontrar en cualquier lado. Yo quiero seguir aferrado a que eso ocurre por magia, que ocurre porque el arte lo realizó. No me basta en general saber la verdad de las cosas, necesito un ingrediente más, un ingrediente que no pueda explicarse.
Hay una reivindicación del cassette desde hace algunos años, del mismo modo en que el apego al lo-fi viene siendo parte de la industria. En ese sentido, el cassette se inscribe como resistencia. Pero hay otra cuestión: el fetiche a lo retro, o mejor dicho, a “lo-que-ya-no-es” forma parte del mercado. Apareció con el LP. Está apareciendo con el cassette. Dentro de algunos años mis cds valdrán lo suyo para quienes quieran sacarse sus vinilos de encima porque ya no son la moda.
La industria musical y la industria enfáticamente musical es regresiva.
En realidad, y en este sentido tengo que confesarles, sigo escuchando cassettes como cuando tenía 15 años porque a veces no quiero crecer. No quiero ser el tipo con responsabilidades, con trabajo, con obligaciones propias de la adultez. Quiero seguir siendo el mismo pendejo que estaba en la cocina de la casa de mi vieja escuchando Nirvana y soñando con ser rockero. Sé que todo eso es inútil, que el tiempo es quien se encarga de desvanecer todo sueño. Como también se encarga de hacer cada vez más lejano el sonido de mis cassettes. Y sin embargo sigo dándole play, porque hay algo que no murió y sigue ahí dando vueltas en una cinta.
Algunas recomendaciones
Ignoro si se habrán criado musicalmente con cassettes, pero Diva editó Imperfecto que es una gran muestra de power pop de los años 70 y 80. Si bien la banda tiene varios años en su haber, y varias canciones grabadas desde 1992 además de un EP del año 2017, este es su primer disco como tal. Julio Castelli (teclados), Gonzalo Ares (guitarra), Carlos Garcete (voz, guitarra, composiciones), Fausto Manes (batería), Giselle Toledo (coros) y Carlos Camilucci (bajo) son sus integrantes. El sonido es el de una banda madura que ha buscado un estilo, pero que también muestra sus influencias. He tenido la oportunidad de verlos en vivo varias veces, como el pasado viernes 3 en Lucille, y el sonido del disco es fiel reflejo de sus presentaciones. Y eso, para un amante de la música como lo soy, representa un mimo a mi oído pues no todos se dan ese lujo. No duden en darle play ni en comprar una entrada para sus próximos recitales. Lo recomiendo fervientemente. “Media canción”, “Despertame”, “Fin del Mundo” y “Quién sabe” son algunos de los temazos que lo integran.
Desde el lado de la literatura, leí con mucho gusto el segundo volumen de Laura Szerman, periodista y poeta, quien acaba de editar Las cosas reviven con un nombre a través de Milena Caserola, quizás una de las editoriales más necesarias en este ambiente. El libro desde el título nos dice que nombrar las cosas más pequeñas es hacerlas presentes, es ubicarlas en un espacio determinado y rescatarlas de la oscuridad. No la del olvido, sino de la indiferencia. Ahora bien, esas cosas que existen la autora las re simboliza y les da otra existencia, afín al sentido poético. Las cosas existen y Szerman (que también existe) nos la señala. El título me recuerda a una frase que aparece al comienzo de Cien años de soledad y que de alguna manera (dispersada poéticamente) está presente en este libro: “El mundo era tan reciente que muchas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo”. Escribir un poema es señalar las cosas.
Aquí dejo cuatro breves poemas de este bellísimo libro:
6. Del amor me tragué las mariposas. Salieron intactas como granos de choclo coloridos. 16. A veces me siento como un souvenir fallado de la costa. De esos que predicen el clima y siempre se equivocan pero siguen ahí, como sustancia material de incierta permanencia en cierto lugar. No sé cómo es posible habitar dos espacios. El corazón no me da para tanto. Entiendo que anatómicamente es posible pero volviendo al tema del souvenir, ese espanto transparente sobre algunos caracoles barnizados, yo no quiero ser el recuerdo de nadie, de nada. A veces preferiría quedarme en el ser infatuado de la única vez y no en la repetición infinita que, como souvenir marginal, me recuerde todo el tiempo que deus ex machina. 29. Dejemos ir las flores secas de los libros y de los dobleces. Que parezcan nuevas, que parezcan otras. Un día te regalé un dibujo de flores que no existen. 41. Las manchas de humedad forman una constelación macabra que me recuerda siempre tu epopeya. Las esporas agrupadas en la base del bidet elevan al cielo el mito de tu ausencia y mi devoción
Además de su labor poética, pueden escuchar a Laura en Aunque Es De Noche, el programa que conduce Pablo Marchetti y que podes escuchar desde acá.
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Esta fue la cuarta entrega de “No quiero hacer la cama”, espero que lo hayas disfrutado.
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Próximamente, empezaré otro podcast: Disco Falopa. Estate atento.
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Espero que te haya gustado esta entrega.
Nos vemos en diez días.
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